Testimonial GPUCiano: De la primera vez que Jen Frulita fue a una reunión del GPUC.
Se había puesto las botas rosadas, no es que el rosado fuera su color favorito, sino que hace tiempo quería unas botas de ese color. Probablemente, así sería mucho más fácil que la reconocieran, pues recién iba a conocerlas esa tarde. Es cierto que dudó cuando recibió la invitación por correo, pero finalmente era mucho mejor ¿intentar, probar, observar, conocer? antes que decidir si seguir o no. Hace mucho tiempo que quería encontrar a personas que pensaran y sintieran como ella, y de pronto esa página web saltó en la pantalla del navegador y ahí estaba apiñada en un taxi con otras chicas a las que no conocía, llegando a una casa lejana que no se dejaba encontrar con las botas rosas y el pelo alborotado como siempre. Quizás ya estaba cansada de tanto heterosexual, porque... cada día estás más gay... como le decía su mejor amiga y la verdad no le faltaba razón. Entró y se sentó en un rincón calladita, sin decir palabra alguna porque así es ella cuando no conoce a nadie hasta que se le acercó otra chica con el pelo igual de alborotado a hablarle del grupo (GPUC, sí de la Cato, pero al final de todo aquel que quiera unirse) y entonces ella entró en confianza y empezó a hablar y hablar... Porque el GPUC debería convertirse en un grupo a donde se pudiera llegar cuando tu familia, tu iglesia y hasta tus amigos te dan la espalda... Le salió lo terruca o lo congresista idealista, y ahora que ya se soltó, quién la calla, carajo.
En fin... Me llamo Jennifer, pero todos me dicen Jen y soy bisexual, diseñadora, escritora y estoy bien loca... Y ella habló rodeada de chicas que también hablaron de todo aquello de lo que se puede hablar como salidas de closet, amores, desamores, locuras varias, experiencias, etc... mientras ella observa, escucha, tantea y hasta se ríe, hasta siente nostalgia. Comienza a sentirse a gusto, en su ambiente, no sabe por qué, pero se siente bien. Y luego de que termina amena charla compartida, revivida y comentada, se levanta para alistarse para ir a la disco, al Vale, y siente que ha podido hablar sin ser prejuzgada y sin tener que dar explicaciones que justifiquen su manera de pensar. Suspira, sonríe., bromea. Ella empieza a ver ese camino que se ha mantenido oculto por tanto tiempo y sí, se siente menos perdida.
Un gracias sobra, pero hace falta.
Hello, Goodbye