jueves, mayo 29, 2008

(Paréntesis)


"Ahora dime qué te han de ofrecer / las tardes perdidas, tu sangre en mi piel / la casa cansada, la manta en el sofá / la tele encendida, las ganas de llorar. / Ahora dime qué te van a dar /la paz en tu viente, el fondo del mar, /gaviotas cansadas, mi sombra en el sofá, /la brasa encendida, las ganas de matar."

"Eres" de Ismael Serrano

Terminé de ver un anime en el que el protagonista encuentra un cuaderno mágico que sirve para matar a las personas. Solamente tiene que escribir el nombre del individuo, conocer el rostro (para evitar el problema de homonimia) y voilá: 40 segundos y el desafortunado muere de un ataque al corazón si es que no se ha escrito la causa de su muerte anteriormente. Pensé por un momento en lo que haría uno con un cuaderno así en los peores momentos de cólera. O de dolor, como cuando sentada en una banca me congelaba mientras leía a un insoportable y soporífero Philip Roth y deseaba uno de estos cuadernos para escribir y fingir que escribiendo podría borrarlo todo.

(Hablando de la muerte, hace unos días murió un poeta peruano y leí esto: "se realizará un homenaje a X, último adiós del poeta". De verdad detesto esa frase y todos los últimos adioses en general.)

Hay otro anime, uno que me encantó y que he visto dos veces. Este trata de un tío que hace muñecas y éstas pelean entre sí por ser Alice, la muñeca perfecta. El tío que hace muñecas (¿alguien sabe cómo se le llama a un tío que hace muñecas?) hizo siete buscando a Alice, pero digamos que no le ligó. Es decir, esas siete muñecas son intentos fallidos, pero ellas pelean porque creen que acumulando el poder las seis restantes, la ganadora se convertirá en Alice. Echada en mi cama, pensé en que nadie puede pelear con tanto frío como el que hace ahora, que es mejor quedarse acurrucada entre las sábanas mientras recuerdas el sonido del teclado escribiendo cualquier cosa y unas risas que siempre estarán demasiado lejos como para ser reales. Entonces pelear, una vez más, recupera el sentido.

(Escuchas también un Nocturne para violín y piano de Chopin mientras piensas que es momento de salir; sin embargo, subes más el volumen. Y todo vuelve a perder sentido otra vez.)

Loveless significa sin amor. También he visto ese anime dos veces.
Me gusta tanto la canción del final de los capítulos que una vez pensé en cantarla en un concurso de karaoke que organizan en las fiestas anime, pero no lo hice porque me es muy difícil retener palabras en japonés. El otro día mientras miraba los libros de Philip Roth en la librería Ibero (pensaba no desistir con este autor a pesar de haberla pasado mal con el único libro de él que he leído: "Cuando ella era buena"), comenzó a sonar esa canción en el reproductor. De pronto mis labios se movieron como intentando pronunciar la palabras en japonés que nunca he comprendido. Como esa noche en que con las luces apagadas, comencé a mover los labios para hablar conmigo misma a riesgo de que alguien más me escuchara y revelara el misterio de las palabras que ni yo puedo terminar de entender.

(En librería me dijeron que tenía descuento por ser cliente frecuente. Me pregunto cuán frecuente se presentarán mis ganas de hablar y cuántos descuentos he de aplicarle a mis palabras para no revelar incoherencias ni esos sentimientos que hasta a mí me cuesta aceptar).

Hello, Goodbye

PD: Cromosoma Z el blog cumplió dos años en mayo del 08.



viernes, mayo 23, 2008

[Días]

[Este es un experimento de post. Se escribirá en tres o cuatro días o noches. Hace unos años, cuando todavía cometía el error de escribir poesía, hice lo algo parecido: escribir durante siete días, siete poemas sobre una situación que estaba viviendo. Ahora no necesariamente tratará de eso. Veamos cuál es el resultado. Este post se actualizará a diario hasta que lo dé por terminado, probablemente, el domingo o lunes.]

[Día 1]
Hay una canción de los Beatles que recordé cuando caminaba de regreso: Being for the benefit of Mr Kite, pero la versión del disco Love, la cual está mezclada con I want you (she´s so heavy) y por eso termina diferente. En la original, el tono lúdico se mantiene en toda la canción; en esta, el tono lúdico de final es reemplazado por un tono duro, perturbador e incluso, doloroso, como si hubieran querido destruir la canción. Entonces la busqué en el reproductor, crucé una avenida, recordé un cuento que escribí en donde la protagonista muere atropellada por un bus de Enatru y cómo eso destruyó no sólo su vida de personaje, sino mi historia. Y cuando llegué, vi el video de Hey Jude para recordar la parte lúdica de otra historia que probablemente termine como esa versión de Being for the benefit of Mr Kite que se acerca un poco más a la realidad.




[Día 2]
En la noche tuve varias pesadillas, lo sé aunque solo recuerdo dos: una, la de una pareja echándose un polvo y yo mirando con la sensación de querer dejar de mirar y la otra, yo repitiendo como un mantra "no te vayas, no te vayas" sin poder saber quién se iba, pero con la sensación de suponer de quién se trataba. Después de unas horas, fui yo la que di un portazo anunciado mi partida. He regresado pensando. I need I fix cause I´m going down, escuché cantar a John (muchos creyeron que cuando John utilizó la palabra fix se refería a una dosis de droga, por esa razón prohibieron que Happiness is a warm gun se reprodujera en radio)... I need you as a fix cause I´m going down? Cuando llegué vi el video de Hey Jude siete veces con esperanza de que esa canción termine con los silencios y los portazos.

[Noche]
Quizá ella nunca se había sentido tan asustada, quizá sólo cuando subió al Cerro San Cristobal y vio el precipicio al lado y tomó con fuerza la mano de quien estaba más cerca. Ella cierra los ojos cuando la combi choca. Cuando los abre, un dolor fuerte en la pierna y unos gritos le hacen notar que todo ha terminado. La policía, los choferes gritando, la gente confundida. Ella baja y comienza a caminar a casa con el teléfono en la mano. Llama, tiembla, siente que duele, tiembla más, vuelve a llamar. Cuatro veces y nadie responde.

[Día 3]
He estado alargando todo el día esto de sentarme a escribir la última parte de este post. Tanto que esto no pertenece al día tres, sino a un día indefinido que comienza. Ahora que he regresado una vez más a esta habitación y a esta silla que vuelven a ser mías, he estado mirando al monitor por 45 minutos pensando en lo que pasó ayer: en el susto, en lo que pudo pasar, en mi rodilla que duele cuando camino, en cómo subí hoy a otra combi y me agarré del asiento mientras me concentraba en la música para no pensar. Aunque es inevitable porque estas experiencias siempre te hacen ver lo que no ves o analizar lo que has hecho recientemente o sentir que el tiempo tiene sus propias marcas que no se relacionan para nada con las tuyas. Once there was a way to get back home, canta McCartney y yo me bajo para llegar a esa casa que hace semanas (o quizá, años) me es ajena y entro, miro al monitor, escribo en un día que ya no es el tercero, hablo (hablo sobre lo que pienso, pienso y no hablo) y me pregunto cuál es la casa, cuál es el tiempo y cuál es la combi y cuáles son las letras que concluyan con esto y con todo lo demás.

Hello, Goodbye

PD: Han publicado mi tercera columna de Ekovoces Noticias, pueden leerla aquí: Precausión entre cumbres.

PD2: Si no pudieron leer mi cuento "Polvo", el cual fue incluido en una plaqueta de MAGDALA, pueden hacerlo AQUÍ .



miércoles, mayo 14, 2008

Polvo

Hace unos días fui al Instituto Porras Barrenechea a recoger mis plaquetas de Magdala. Esther Castañeda y Elizabeth Toguchi, editoras del proyecto, me ofrecieron sacarla y ya la tengo conmigo. Se publicó ahí un cuento inédito que trabajé en el mes de enero. Les dejo el cuento y además, el análisis hecho por ambas editoras del texto. Espero lo disfruten.

Polvo


“Será que la necedad parió conmigo
la necedad de lo que hoy resulta necio
la necedad de asumir al enemigo
la necedad de vivir sin tener precio”

“El necio” – Silvio Rodríguez

***

Me di cuenta de que algo había cambiado en ti porque ese día caminé descalza desde la puerta de la casa hasta el sillón y sentí las plantas de mis pies ásperas. Me senté, y al levantarlas, noté que estaban grises. Nunca habías dejado que se acumulara ni la más delgada película de polvo en mis muebles, en mis adornos y menos en mi piso de parquet. Entonces sentí un escalofrío. Seguro habías decidido ignorar aquellas imposiciones patriarcales que te obligué a aprender y cumplir a cambio de un plato de comida y una cama caliente: limpiar, cocinar, hacer la compra, lavar la ropa, no tocar mis libros, no prender el televisor a menos que fuera para ver programas que no te hicieran razonar demasiado, pedir permiso para salir, hablar, pensar, callarte cuando hablo, callarte si no te hablo, salir acompañada, llegar a la hora exacta, arrodillarte como una perra y abrir las piernas cada vez que yo lo quisiera. Así me querías porque no tenías a nadie y tu necesidad era más grande que tu orgullo, ¿verdad? Siempre fue así, no lo dudo.

El día que te encontré, llevaba una fotografía de ella cuando era joven. Ella. Dicen que me parezco a ella, que heredé sus ojos. Y sus ojos me miraron desde esa fotografía que me sirvió de referente. Tenía que hallarla entre esas caras renegridas, esos cuerpos famélicos, esos pies sucios. Entonces te vi, fumabas con desesperación. Pasta, seguro. Seguro tenías hambre. Al verme estacionar el auto a tu lado, sonreíste con esa misma expresión adolorida que ella presentaba en esa foto que en ese momento arrugué entre mis manos. Además tenías las mejillas hundidas y esas piernas largas como postes de luz que me hicieron recordar todas las veces que ella se iba a trabajar vestida con minifalda y tacones y llevaba una maleta. Yo me reía a carcajadas porque sabía que no regresaría en varios días. Así era ella, no aceptaba tratos de una noche. Mínimo cinco días, mi amor, y estoy en dos horas donde quieras. Cuán feliz era yo en esos momentos, tan feliz como cuando bajé del auto, te tomé por la muñeca y te prometí todo cuanto pude prometer para que vinieras conmigo. Y en ese restaurante al que te llevé, atragantándote con un arroz chaufa, aceptaste para no volver a ese callejón que olía a mierda y para tener lo que nunca habías tenido, pero no para que yo hiciera contigo lo que no pude hacer con ella. ¿Por qué, qué he hecho mal?, preguntabas cada que terminabas sangrando, o tan cansada que no podías ni abrir los ojos. Porque ella también lo hizo conmigo y peor, peor… mejor huérfana, mejor huérfana, mejor huérfana, repetía como un mantra y luego te daba una bofetada en la boca para callarte y reírme a carcajadas cuando tus labios se teñían de rojo. Qué estúpida eras, qué tonta.

Pero sé que has cambiado, sé que algo tramas y te admiro porque yo hace tiempo hice lo mismo. ¿Y por qué conmigo? La venganza no era contra mí, preguntaste cuando te lo conté. Ella se largó cuando se dio cuenta que algo había cambiado en mí, se fue con la maleta, con los tacones, con la minifalda, cinco días, cinco nada más, cinco días y todo terminaría o comenzaría, pero no, no. Qué estúpida eres, qué tonta, me dijo y cerró la puerta sonriendo y tú te callas y cumples con tu papel, hija de puta, ¡no me vuelvas a preguntar por de ella! Ese día me miraste por primera vez con odio y probablemente, despertaste del letargo. Ahora te temo porque sé que me harás pagar por cada golpe, por cada marca, por cada violación, por cada plato lavado, por cada botón que has cosido, por cada noche que te la pasaste despierta por miedo a amanecer muerta. Mejor huérfana, dirás y yo sonreiré. Entonces no me voy, te espero, linda, te espero tanto como te quiero y como te admiro. Te espero fumando y con los pies sucios, tal y como te encontré.

© Jennifer Thorndike




Leer el análisis del cuento AQUÍ

Hello, Goodbye

jueves, mayo 08, 2008

De trincheras y fusilamientos


[a]
Iba a escribir algo sobre una trinchera abandonada por alguien que se rinde ante lo evidente y sale a morir sabiendo que le espera una lluvia de balas que lo hará tocar fondo y al fin terminar con todo. Post terminado sin nada más que decir. Sin embargo, decidí que ese microcuento me lo guardaría para otra ocasión o para otro material de publicación. Miré alrededor, he estado muy poco en este espacio en la últimas semanas. En mi mesa se había acumulado el polvo de algunos días, muchas somnolencias, el recuerdo de casi todas las palabras de hace algunas horas y el recibo de celular reclamando ser pagado. Y yo sólo podía sentirme expuesta ante esa lluvia que con su fuerza incontrolable atravesaría todo.

[b]
Me acaban de pasar algunas fotos del lunes de "Divaneando" en Sancho Panza y otra del día de "Arte y Pueblo Libres". Me vestí de colegiala en ambas ocasiones. En "Arte y Pueblo Libres", leí
"Alicia en el diario", en cambio en "Divaneando" leí "Porcelana". Es día Carmen Ollé me hizo preguntas acerca del texto y yo respondí como si fuera el personaje, por eso el disfraz. Al final de la performance, varias personas me dijeron que me había salido muy bien, que parezco actriz. Odio actuar, creo que me sale pésimo, pero después pensé en lo mucho que he cambiado últimamente y en que quizá he estado actuando - no sé cómo qué o quién - durante los últimos tres años. Parece que ahora he dejado de hacerlo y que por eso, las noches de insomnio se acumulan una tras otra, como balas rebotando contra todos mis mecanismos de defensa haciéndolos cada vez más ineficaces.

[c]
No me he peleado contigo, pero eso parece. Porque nuestros silencios se hacen más prolongados, nuestras llamadas casi ausentes, nuestros correos inexistentes. Quizá no quiero hablar. Quizá solo quiero que escuches sin decir nada. Quizá, quizá, quizá... Leía en un periódico la historia inverosímil de
un padre que mantuvo secuestrada a su hija por más de veinte años. Leía también los precios impagables de los cuartos a donde quiero mudarme. Pensaba en lo que pasa ahora, en las consecuencias que me ha dejado aquel suceso del-que-no-quiero-hablar. Entonces entendí nuestra "pelea", entendí que hay cosas que para comprenderlas tienes que haberlas vivido porque sino te parecen triviales, insignificantes. Entonces noté mis defensas caídas, mi trinchera abandonada. Estaba expuesta nuevamente a mis paredones de fusilamiento sin saber si esta vez cabía la posibilidad de morir y renacer y no quedarme como un fantasma flotando, cayendo, vagando.

[d]
No creo haber dicho ni la mitad de lo que quería decir en este post. Silencio, silencio, silencio. Sólo el ruido de balas cortando el aire sin poder alcanzarme aún.

Hello, Goodbye

PD: Dejo las fotos.
1) Rocío Santillana y Jennifer Thorndike leyendo e
n "Arte y Pueblo Libres".
2) Carmen Ollé, Jennifer Thorndike, Ciro (actor que ayudó en la performance de Lucho) y Lucho Zuñiga, participantes de "Divaneando Narrativa".

3) Carmen Ollé, Jennifer Thorndike, Rocío Santillana y Ana María Falconí en
"Divaneando Narrativa".




sábado, mayo 03, 2008

Pares


*Microcuentos que buscan algo*

Dos cuadras
El otro día me enteré que su psicoanalista atiende a dos cuadras de mi casa. Una tienda de videos convertida en dulcería que ella describía como paso obligatorio para llegar a la consulta confirmaron mi suposición. Levanté una ceja. Nunca he visto que camine por aquí, es extraño que esté tan cerca de mi territorio y que no nos hayamos cruzado. Pienso que está evadiéndome. Ha de estar escondiéndose de mí porque nunca me contestó el último correo que le mandé.

Dos pesadillas
Anoche tuve pesadillas con eso de que no me habían contestado un correo. Desperté a su lado, respiraba haciendo un ruido que se asemejaba a un ronquido. Quise darle un abrazo y decirle que había tenido un mal sueño, que todo se resumía en el dolor de recordar cuando él se fue diciendo que volvería en dos días y regresó en dos años. Sí, pensé, es eso. Eso, eso, eso. Eso que justifica mi miedo a los correos no contestados, a que no me abraces en las noches, a que piense que siempre puede haber otra que ocupe mi lugar en este espacio. Quise que despertara, pero dormía y yo no quise interrumpir sus propias pesadillas.

Dos pérdidas

He perdido dinero y tiempo, pero tengo un pseudo-plan para remediarlo: trabajar hasta finales de este año en algo que odio, ahorrar e irme lejos a empezar de cero. Pseudo-plan porque no creo que sea bueno, pensé. Pero no le dije nada a nadie, no lo escribí en ninguna parte. Es momento de continuar, parece que ya he tocado fondo, pensé. Sin embargo, me recosté en la cama y la sentí como el diván del consultorio del psicoanalista. Y ahí estaba yo respirando con estrépito, comiendo un dulce. Entonces me levanté y caminé hacia la ex tienda de videos creyendo que a pesar de no haberme visto nunca por ahí, quizá podría encontrarme.

Dos amaneceres
Hoy no salió el sol. Ya era hora, pensé mientras sonreía y me cubría con la sábana. El sol tiene la capacidad de ponerme de mal humor. Después de un rato me levanté y salí. En el ipod sonaba "Plany al mar", una canción tristísima de Serrat que iba perfecta con el momento: caminar, sentir el aire helado, pensar un poco, pensar bastante. El reproductor muy oportuno, después tocó "Razón de vivir", la versión de Tania Libertad. "Para recalcar que estoy viva en medio de tantos muertos", escuché y esa mañana, pude sentirlo. Luego terminó la canción y yo dejé de caminar porque quizá ya había llegado a algún lugar.


Hello, goodbye


PD: Mañana lunes estaré en el Sancho Panza, dejo la invitación.


LUNES LITERARIOS EN SANCHO PANZA
El próximo lunes 5 de mayo, a las 8:00 pm, en Sancho Panza Café Bar se realizará el primer encuentro de "Divaneando" una propuesta performática más allá de la lectura, que pretende indagar en los secretos y obsesiones que se esconden detrás de un poema o de una narración. En el primer encuentro, "Divaneando Cuentos", se sentarán en el diván Jennifer Thorndike y Luis Zúñiga, para someterse a las preguntas de la "terapeuta" e invitada especial Carmen Ollé.

EL INGRESO ES LIBRE
Av. Grau 209 A, Barranco